Aída María Moína Samaniego et al.
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de instrucción básica, y el 62,5% son mujeres con
nivel de instrucción superior (5). En Ecuador, la
violencia no es un problema aislado de un grupo
étnico, nivel de instrucción o situación económica,
sino es un problema social y estructural.
Por otra parte, en la misma encuesta, al analizar la
violencia ejercida a lo largo de su vida, 65 de cada
100 mujeres en el Ecuador, han experimentado
por lo menos un hecho de algún po de violencia
de género en alguno de los disntos ámbitos.
Entre las principales formas de violencia contras
las mujeres de 15 años y más, se encuentran: la
violencia psicológica con un 56,9%, la violencia
sica con un 35,4 %; la violencia sexual con un
32.7 %, y nalmente, la violencia patrimonial con
un 16.4 % (5).
Según Victoria Ferrer y Esperanza Bosch (6) “el
factor de riesgo individual para ser vícma de
violencia es ser mujer”. La mayor prevalencia de
los casos de violencia es en contra de las mujeres,
como se reeja en los datos que se presentan en
líneas posteriores y aún más cuando se presenta
algún hecho global, en este caso la pandemia por
el COVID 19, el grupo de mayor vulnerabilidad
fueron las mujeres y niñas.
En marzo del 2020, cuando a nivel mundial
se agravaba y propagaba la pandemia por el
COVID-19. La Organización de las Naciones
Unidas alertó que el aislamiento aumenta el
riesgo de violencia domésca en el mundo.
Exhortó a “los gobiernos a que no abandonaran a
las mujeres en medio de la emergencia”. (7) Para
mayo del mismo año, la Organización Mundial de
la Salud conrmó el aumento de violencia contra
las mujeres por las cuarentenas obligatorias.
“El aislamiento social, prevenvo y obligatorio
agudizó las desigualdades, discriminaciones,
injuscias y violencias contra las mujeres y las
niñas” (8).
La situación de violencia de género contra las
mujeres y niñas fue más evidente en la pandemia.
Según ONU Mujeres (8), arma que la violación
de derechos humanos afecta en promedio a “una
de cada tres mujeres a lo largo de su vida”. En
América Lana y el Caribe aproximadamente
“19,2 millones de las mujeres y niñas entre 15 y
49 años, fue vícma de violencia sica por parte
de su compañero ínmo actual o anterior”. En
esta región, la cifra de mujeres asesinadas por el
solo hecho de ser mujeres superaba “las 3 800
vícmas de femicidios/feminicidios” (9).
En Ecuador, son 206 las mujeres que han sido
asesinadas desde el 1 de enero hasta el 3 de
sepembre del 2022, incluidos 6 transfemicidios
y 115 femicidios por delincuencia organizada.
Por lo menos, 82 mujeres eran madres y 144
niños, niñas y adolescentes han quedado en
la orfandad en lo que va del año. De las 206
mujeres, 32 tenían antecedentes de violencia y
8 incluso tenían boletas de auxilio. Más del 50%
de los femicidas tenían una relación senmental
con la vícma. Guayas, Esmeraldas, Manabí, Los
Ríos las provincias donde más femicidios han
ocurrido. Les siguen Pichincha, Santo Domingo,
Azuay, Cañar y El Oro. Este año, en el Ecuador,
cada 28 horas una mujer ha sido asesinada por la
violencia femicida. En Chimborazo en este mismo
periodo de empo se registraron 9 feminicidios.
(10)
El aislamiento social, ocasionó que las mujeres
y niñas estén obligadas a permanecer más
empo en sus casas, conviviendo incluso con
sus agresores, en estos casos, el hogar se tornó
más inseguro y violento. Las mujeres y niñas
estuvieron expuestas a sufrir violencia de género,
intrafamiliar, sexual, sica, psicológica y verbal
que fue perpetrada por su pareja, cónyuge o
familiares cercanos del núcleo familiar.
La falsa masculinidad vinculada con su virilidad,
que se reeja con el uso de la fuerza para controlar
y someter, es una constante en las sociedades.
Con base en la armación señalada por María
Zambrano (11) respecto a que “la violencia es el
arma por excelencia del patriarcado”, es posible
tener un acercamiento a la violencia directa
hacia las mujeres como práccas de la cultura
de masculinidad con el uso de la fuerza y como
representación de la virilidad de los hombres (11).
“Ni la religión, ni la educación, ni las leyes, ni las
costumbres, ni ningún otro mecanismo habría
conseguido la sumisión histórica de las mujeres
sino hubiese sido reforzada con la violencia”.
Esto demuestra cómo, mediante el uso de la
fuerza directa, se generó esta sumisión histórica
de nuestras abuelas, madres e hijas. La violencia
ejercida contra las mujeres por el hecho de
serlo es una violencia instrumental, que enen
por objeto el control sobre la mujer, sobre sus
decisiones, sobre su cuerpo, sobre su vida.
Estas armaciones reejan que la violencia es
instrumental, es decir, que es un instrumento
cuyo n úlmo es el mantener el poder sobre el